SIMPLEMENTE YO

EL UNO DE ABRIL DE MIL NOVECIENTOS SESENTA Y NUEVE EMPEZO TODO...



martes, 28 de septiembre de 2010

el camino al pueblo

El camino al pueblo…
La aventura de dirigirte al pueblo empezaba, nada más salir de Valencia. Tanto mi madre como Yo, somos muy proclives al mareo. El viaje duraba alrededor de dos horas y media, y a los quince minutos, mi madre ya le advertía a mi padre, que no corriera, por que se mareaba el chiquillo. El cenicero metálico, estaba atestado de colillas de Ducados negros y star 46. Mi padre fumador confeso, encendía un cigarro tras otro. El radiocasete, nos amenizaba con canciones de fosforito, manolo caracol, y de vez en cuando los chistes de Fernando Esteso. Con un poquito de suerte, el traqueteo de la amortiguación, hacia que cayera en un pequeño sueño, que se veía truncado, al oír a mi madre, gritar, ten cuidado en el adelantamiento!! Y el calor reinante, hacia que las corvas te sudaran, y los asientos de escay, se te pegaran como pegamento.  Los viajes de antes, no son como los de ahora. Adelantar un camión, era la maniobra más kamikaze que existía. Y las paradas para que se enfriara el radiador, eran comunes. Pero tenía algo de mágico. Ibas al pueblo.
 E ir al pueblo, te convertía en otro niño.
Asomado a la ventanilla, divisaba el paisaje. Al princio como estaba recién aprendido a leer, me repasaba los anuncios, por momentos; Para usted señor, BARON DANDY. Ahora cuesta menos, lavar con GIOR, y MIRINDA tiene ritmo. Hasta que empezaba a marearme otra vez. Las cuestas de Buñol, encerraban subidas y curvas peligrosas. La tensión se palpaba por momentos. Los camiones organizaban largas colas, donde podíamos encontrar familias enteras, con las bacas atestadas de maletas, apretujadas en coches de la época. Requena, Utiel, el puerto de Cofrentes, y el letrero de Cuenca. Recuerdo que me hacia pipi, en Requena, y me aguantaba para evacuar al llegar a tierras conquenses. Andrés, para que el chiquillo se mea!! Detrás de un ribazo, me bajaba los pantalones, y, regaba los parajes más desconocidos. Minglanilla, la graja de iniesta y Motilla de Palancar. Si no hacíamos parada para comprar algo en el riato, nos dirigíamos hacia el cruce presidido, por el breve letrero, de:                          dirección Pozoseco. En ese momento dejaba de existir el mareo…
 A la salida de Motilla, el cementerio de blanco impoluto. A sus pies, el cultivo de la Rosa de Azafrán. . Ribazos, curvas, repechos. Vid, cebada, barbecho, y a lo lejos el campanario. Cierro los ojos y lo estoy viendo. Majestuoso, presidiendo el paisaje a lo lejos. Ya estamos, gritábamos al verlo!!
El intermitente a la izquierda, y justo a la derecha, el descanso de los nuestros. Alpacas, paredes enjalbegadas, la calle de tierra, y las cuatro esquinas. Alzado sobre mi padre, golpeaba el claxon, para reclamar la presencia de mis abuelos.

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