SIMPLEMENTE YO

EL UNO DE ABRIL DE MIL NOVECIENTOS SESENTA Y NUEVE EMPEZO TODO...



domingo, 26 de septiembre de 2010

A veces en sueños, estoy posado en la copa de los pinos

Mi familia me ha recriminado durante mucho tiempo, que no voy al pueblo. No saben que he ido más veces, de las que cuento…
A veces, en sueños, estoy posado en la copa de los pinos. Quien conozca mi pueblo, sabe a qué pinos me refiero. Desde allí diviso las casas enjalbegadas de blanca cal. Las eras color dorado, y los rulos impasibles, al paso del tiempo. Vuelo, por el camino dirección a las portas de mis abuelos. Mi casa, es la casa del presente, pero la casa de mis abuelos;  Atanasio y María, siempre será la casa de mis recuerdos. Miro por la rendija de las portas, de madera y clavos. Mi abuela está tendiendo las sabanas, blancas, inmaculadamente blancas. Paso junto a ella en silencio. El remolque, la leña, la cocinilla, los aperos colgados de la pared, el gallinero, y junto a este, el retrete. Los conejos, y la puerta de la cuadra. Empujo la puerta, y junto al pesebre, esta la mula castaña. Cierro los ojos, y huele a paja, a estiércol. A parto la cortina de macarrones de plástico, y entro en la cocina. Veo los cacharros recién fregados. Los vasos de nocilla, las cazuelas de barro, y los platos de aluminio blanco. Pronuncio una palabra, en voz baja, asomado al aljibe, y el eco persigue mis pasos. Llego a la puerta, deslizo el picaporte lentamente, muy lentamente, asomo la cabeza, y está durmiendo… es mi abuelo Atanasio.
Tumbado en la banca, su banca. El trono de mi héroe. Tiene apoyado el bastón a la pared, y su gorra preside la mesa. Los ronquidos, me dan tregua para deslizarme al comedor. Silencio. Cierro los ojos, y huele a fresco, a despensa. Entro en la habitación. Veo el cabezal de la cama, el colchón de lana, la foto de mi tía Amparo. Me da miedo, es de papel amarillento. Corro la cortina, y encuentro las camas. Aparto la colcha, me hundo bajo las sabanas y cierro la hoja de la ventana. Sonrió, cansado. Duermo…
Me despierta un beso; es mi abuela María. El vaso de leche, el bocadillo de pan redondo con nocilla. Me siento en la puerta de casa, con mi uniforme de guerra. Mocasines marrones, pantalones cortos, y polo a botones. Me llaman de dentro de la casa, voy corriendo. Es mi abuelo. Coge de la trincha, que nos vamos!! Arreglamos la mula castaña y nos subimos al remolque. Salimos al campo, me comenta!!. Cierra las portas, y sube con cuidado!!
Pasamos las eras doradas, los rulos, la cebada recién cortada. Nos dirigimos al fin del mundo.
Cierro los ojos mientras escribo, y se deslizan las lágrimas por mis mejillas.
Era mi héroe de carne y hueso.
Quien crea que utilizo mis letras, para otro fin que no sea honrar su memoria.
Es que no me conoce…

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