SIMPLEMENTE YO

EL UNO DE ABRIL DE MIL NOVECIENTOS SESENTA Y NUEVE EMPEZO TODO...



jueves, 19 de julio de 2012

Lecciones aprendidas en días difíciles….

Mi padre cansado de trabajar para otros, y mi madre de cuidar niños que no eran suyos, decidieron acometer uno de los proyectos más imperfectos de los que he conocido… Era el año 1983, en Palma de Mallorca, y se llamaba: Bar restaurante Gonzalvito.
 Un día entre semana fuimos a conocer el restaurante que traspasaban. Estaba a rebosar de gente, consumiendo tapas, cervezas, botellas de vino y gambas cocidas (es algo que me llamo la atención, todos, absolutamente todos, las comían y en grandes cantidades).
  El dueño comento a mis padres con aire de notoriedad,  que había sido árbitro de futbol, y que al retirarse había montado el restaurante. Quería volver a su tierra, Extremadura, y con el dolor de su corazón dejaba un negocio muy rentable… Era la oportunidad de nuestra vida, y con ayuda de la familia y con los pocos ahorros que teníamos, nos lo quedamos…
El Gonzalvito, estaba vestido de azulejos  a media altura y  suelo de gres, apliques de hierro forjado, adornado de  mesas y sillas de roble macizo. Halo de decoración rustica, rota por las maquinas tragaperras y de marcianitos. Disponía de dos alturas; en la parte de arriba,  una pequeña vivienda, de luz escasa, con tres habitaciones y un cuarto de baño.  
La ilusión nos desbordaba, o mejor dicho desbordaba a mis padres. Yo en plena pubertad, estaba a otras cosas. El acné, pasar el rato en un colegio de curas ausente de chicas y mi vespino gl, heredado de mi padre…
La realidad del negocio la conocimos al instante… abrimos y no entraba nadie. Era muy raro, y al preguntar en el supermercado justo  al lado, nos comentaron lo que sucedía. Este restaurante había estado mucho tiempo cerrado por drogas, y el dueño lo había abierto hacia un mes para poder traspasarlo. Un día organizo una fiesta para sus amigos, y además de comprarle gran cantidad de langostinos cocidos que estaban en oferta, les invitaron!!
Todo fue una burda mentira, y fuimos vilmente engañados…
Una mañana de sábado, mi madre subió exhausta. Me despertó, y me dijo; baja corriendo, que tu padre no está, y tienes que ayudarme…!! las ausencias de mi padre eran cada día mas habituales. Creo sinceramente que no encajo el golpe, y tenía la necesidad de aliviar la ansiedad y su falta de autoestima, ahogándose en algo más que una copa de vino.
Había bastante más gente de la habitual. Rodeo con sus manos mi cintura ajustando el delantal y me empujo al interior de la barra, mientras ella se perdía en los fogones…
Era la primera vez que trabajaba en serio. Miedo, pudor, inseguridad, y mi maldito acné, que me mortificaba. Al instante, un cliente entro, y apoyándose en la barra, me dijo;
-           hola, me pones un vermut!
 Nunca había oído esa palabra…!! V-E-R-M-U-T. Instintivamente me di la vuelta, y empecé a mirar todas las botellas que presidian las enormes estanterías de roble macizo,( como no podía ser de otra manera). El sudor me corría por la espalda, y repasé el nombre de la mayoría de ellas: Larios, Ballantine´s, Xoriguer, Centenario, Terry… En mi mente, empezaban a crecer las conjeturas: la aversión del cliente por mi desconocimiento iría creciendo, hasta montar en cólera. Era algo habitual, que el desconocimiento de una lección, fuera premiado en el colegio con un grito enojado y acto seguido, un reglazo en la palma de la mano.
Pero no fue así. Incluso pienso firmemente que este cliente anónimo ha sido una de las personas más importantes de mi vida.
Me preguntó que si no sabía lo que era un Vermut, y le conteste que no… que era la primera vez que me ponía detrás de la barra.  En ese mismo instante apareció en su rostro una sonrisa,  acompañada de la mirada perdida, hacia días de juventud ya pasados.
-          Mira, antes de nada, alegra esa cara, hombre!! Que para todo hay una primera vez… No me importa enseñarte, pero quiero que nunca olvides dos cosas…- asentí, muy aliviado.
-          Primero y muy importante: cuando atiendes, siempre, siempre, tienes que intentar hacer feliz a la gente...
-  y segunda, e igual de importante: que las cosas se hacen o se hacen bien
-  y tu como quieres hacerlas?  Yo  quiero hacerlas bien, por supuesto!!. Conteste al instante.
Esta persona, me enseño dos lecciones  que nunca olvidaré, y que siempre he intentado poner en práctica, y trasmitir a las personas que han estado a mí alrededor. Aprendí a poner un vermut, como dios manda, e incluso me enseño a poner un dry Martini, ya que era  coctelero profesional. La fama me precedió en todo el barrio ya que servía  los mejores Vermut,  con tan solo catorce años.
 Pero si algo no he olvidado de aquellos difíciles días, semanas y años del Gonzalvito, (similares a los que vivimos en estos momentos), es que por muy mal que se pongan las cosas, se lo que no debo hacer, y donde no tenemos que refugiarnos
 De cosas peores hemos salido!!