SIMPLEMENTE YO

EL UNO DE ABRIL DE MIL NOVECIENTOS SESENTA Y NUEVE EMPEZO TODO...



lunes, 20 de septiembre de 2010

Atanasio Gonzalez, xxxxxxxxxxxxxxxxxx

El hilo conductor de la vida de mi abuelo materno, fue el sufrimiento:
mi abuelo atanasio, junto a mis abuelas; Maria y Alejandra, el dia de mi comunion.
A la corta edad de doce años,  quedo huérfano, de padre y madre, y se marcho al Peral a trabajar de ayudante de mozo de mulas. Si buscamos en el diccionario que significa “mozo de mulas”, podemos encontrar; hombre que sirve en oficios humildes, y El que en las casas cuida de las mulas del coche o labranza. Oficio nada halagüeño a la corta edad de doce años.
 Su padre Mauricio murió cuando él tenía nueve años, de un desgraciado accidente. Se golpeo la cabeza, y cayó del carro, al espantarse las mulas cuando se dirigía al pueblo. El suceso ocurrió en el boquerón, lugar cercano a Pozoseco. Recuerdo como mi madre me contaba, que subida al carro junto a su padre, visitaban la cruz erigida en recuerdo a su abuelo. Besaban varios guijarros, y los depositaban en el suelo. Esa cruz permaneció durante muchos años, hasta que llego la repartición parcelaria.
Si digo que el hilo conductor fue el sufrimiento, es porque,  perdió a dos de sus hijos, en desgraciadas circunstancias. Padeció la guerra, del bando republicano. Y se debatió entre la vida y la muerte, a causa de una bala perdida, en el monasterio de Ucles, este utilizado como hospital, en tiempos de la contienda.  Ya de mayor padeció varias trombosis, y falleció a causa de las heridas, producidas  en un accidente de tráfico.
De izquierdas, ateo confeso, xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx,  xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx. Durante su convalecencia en el monasterio de Ucles, recibió los cuidados de varias monjas, que le salvaran la vida. Desde ese momento cambio paulatinamente el prisma que tenia hacia la iglesia. Nunca llego a ser un verdadero confeso pero aseguro que “algo tenía que haber”…
Para mí, el abuelo Atanasio, fue uno de los pilares de la etapa más bonita de mi vida; mi infancia. Tuvo siempre mucha paciencia conmigo. De hecho he pasado largas temporadas con mis abuelos. Me ha hecho ser partícipe de su trabajo diario, y convertirlo en un juego. He jugado a trabajar, trillando en la era. Llevar el remolque de uva, después de vendimiar. Y darle de comer a la mula castaña; compañera inseparable de duras jornadas de trabajo.
Pero si algo me emociona, es recordarlo, cuando vivía con nosotros, ya enfermo. A causa de las trombosis, no podía tener total movilidad, y expresarse con soltura. Cuando le preguntaba; abuelo quiere usted algo?  Al no poderse dar a entender, se le llenaban los ojos de impotencia, y soltaba, la frase más repetida como autodefensa; Me cago en Dios!! Y sentenciaba.
Barba cerrada, gorra calada hasta las orejas, olor a trabajo y Varón Dandy. Corpulento, nariz roja, y manos de labriego. Camisa, pantalón atado con un vencejo, y gafas de pasta.
Mi héroe de la infancia, de carne y hueso.



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