SIMPLEMENTE YO

EL UNO DE ABRIL DE MIL NOVECIENTOS SESENTA Y NUEVE EMPEZO TODO...



lunes, 13 de septiembre de 2010

Antonio Bueno Tebar, mi abuelo paterno...

Todos tenemos historias que contar de nuestros abuelos, o en todo caso nos las tienen que contar. Digo esto, porque no hace mucho, en una de mis largas conversaciones con mi madre, (Ella es la que me proporciona más información), me conto la odisea de mi querido abuelo Antonio. Vaya por delante que los recuerdos que tengo de Él, son vagos; Alto, delgado, cansado, enfermo… me cogía de la mano, y paseábamos por el pasillo. Me sentaba en sus delgadas rodillas. Me mesaba el pelo. Al poco rato, se escabullía en su habitación. Ya no se encontraba bien. Y un día yo, recién cumplidos los tres años, vi como desaparecía de mi vida.


Lo admiro. Como admiro a mi abuelo Atanasio. Si os digo que se llenan mis ojos de lágrimas al recordarlos, no miento. Esos hombres de la guerra, olían a sudor y trabajo. A dignidad y sufrimiento. Somos lo que somos, gracias en gran parte a hombres como ellos. De campo, labriegos. Padecieron la guerra civil, y lucharon sin saber muy bien por quien, ni para qué.
 Mi madre me conto que a mi abuelo Antonio lo alistaron en el bando republicano. No es de extrañar, ya que esta parte de Cuenca, cercana a Valencia, era aun en aquel entonces reducto Republicano. Estuvo en varios frentes, y cayó prisionero. Fue llevado a un campo de concentración, en burgos donde paso dos largos años. Su viuda, mi abuela Susana Alejandra, se quedo a cargo de mi tía Sagrario en el pueblo, ya que mi padre no había nació aun. Como decía, padeció todas las penurias habidas y por haber, y el mayor castigo, fue no poder comunicar a su familia que estaba vivo. Mi abuela al no tener noticias de él, enviudo. En aquella época, era caer en desdicha. De luto, completamente de negro, tanto en la vestimenta como en el alma. Malvivió dos largos años, hasta que el azar, hizo que un rayo de esperanza, iluminara su triste vida. El secretario del juez, localizo a mi abuelo en el campo de concentración, gracias a un familiar suyo que estaba también retenido. Este le dio la noticia que Antonio Bueno Tébar, vivía y estaba prisionero. Estaba muy débil, ya que las condiciones eran deplorables. Pero aun vivía.

 En mi pueblo no se entendía de política. Vivian los de izquierdas, y los de derechas. Eran las mismas familias. Al estallar la guerra, existía un pacto tácito; ayudarse unos a los otros. Unos escondían a los otros dependiendo, de quien vinieran. En mi casa del pueblo existen dos cuevas. La primera nada más entrar a la casa, donde se depositaban unos pocos víveres para que al registrar la casa, se conformaran con lo que encontraban. Y en la habitación del fondo, debajo de la cama, y tapada con una estera, existía otra cueva, donde podías encontrar el resto de los vivieres, junto a personas tiritando de miedo. Por ello, siendo mi abuelo prisionero del bando vencido (republicano), personas del bando vencedor (nacionalista), lograron tras arduas negociaciones, y testimonios a su favor, su libertad.
Libre, emprendió un largo viaje a pie desde Burgos a Pozoseco. Días de dormir al raso, viviendo de la caridad, y con una sarna, que se lo comía de pies a cabeza, llego por fin a su casa. Me cuenta mi madre, que estuvo un año, sin dormir con mi abuela, de la sarna que padeció. Esto le paso factura, y ya nunca más fue el mismo.


Puede ser una historia más, de tantas, que sufrieron un bando, y otro. Estamos de acuerdo. Pero no hay pretexto, para no poder honrar su memoria. Mi abuelo Antonio Bueno Tébar, se aferro a la vida, detrás de los barrotes. Con el peso de la muerte en cada amanecer. Y gracias a su tenacidad, hoy yo puedo estar contando esta historia.
Gracias abuelo...

1 comentario:

  1. Mi madre me ha dicho que te diga, que su nombre no era antonio bueno tevar, era antonio bueno gomez, tevar era su padre. Estuvo en ruter, cordoba y toda la guerra la hizo en andalucia por que lo cojieron los rojos y lo metieron en un campo de concentracion pero el era nacional

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